El futuro según RobotLab
Como se sabe, el desarrollo de la robótica en el último medio siglo ha impulsado numerosas transformaciones en la esfera organizativo-productiva. De hecho, los robots -artefactos que ejecutan una serie de movimientos predeterminados- han ido proliferando y diversificando su actividad hasta alcanzar un protagonismo central en infinidad de sectores. En términos históricos, con la fabricación del primer sistema de automatización pre-programado -los prototipos iniciales de Meccano serán los precursores de los robots de hoy día- se producirá un considerable salto en cuanto a complejidad y posibilidades funcionales. Ya en los años 70, tras el éxito de los robots Unimation las empresas japonesas adquirirán licencias y empezarán a diseñar sus propios modelos; también por entonces los gigantes de la industria norteamericana -General Electric y General Motors- se interesarán por la robótica: poco a poco, la eficiencia del robot iba ocupando su respectivo lugar en un numerosos ámbitos de la vida laboral (1).

Así pues, los robots se convierten en máquinas familiares totalmente alejadas de aquellos amenazadores artefactos de aspecto humanoide que poblaron la cultura pulp de posguerra. Por lo que respecta a las prácticas artísticas, las aproximaciones más o menos recientes al desarrollo de la robótica -al igual que las experimentaciones afines a la vanguardia- tienden a proponer una especie de reinterpretación “parafuncional” de la actividad asociada a la máquina-robot. En este sentido, se podría decir que la mayoría de las propuestas descartan lecturas apocalípticas o distópicas -y si las proponen se detecta cierta ironía posmoderna- para especular sin dramatismos acerca del desarrollo tecnológico y sus consecuencias económicas, políticas o culturales (2). Además de ello, en algunos casos se apuesta por reorientar la propia praxis artística y emparentarla con la propia ingeniería robótica; es el caso, por ejemplo, del colectivo alemán RobotLab.

Fundado alrededor del año 2000, este colectivo -cuyos proyectos se encuentran vinculados al prestigioso ZKM de Karlsruhe- está integrado por Matthias Gommel, Marta Haltz y Jan Zappe. En líneas generales, los trabajos de RobotLab establecen un diálogo entre la robótica y el espacio público; un diálogo que parte de la premisa que los robots tenderán a ocupar dominios hasta ahora considerados exclusivamente humanos. Si bien esa presencia se encuentra restringida a un ámbito específico -básicamente en determinadas actividades productivas y científico-tecnológicas-, cabe suponer que el desarrollo de la robótica aplicada en un futuro más o menos próximo rebasará sus límites actuales. En cierta manera, RobotLab pretende anticiparse a este escenario a través del diseño de robots que realizan tareas “atípicas” o cuando menos “chocantes”; sin ir más lejos eso es lo que propone Juke_bots (2001), uno de los primeros proyectos de robótica desarrollados por RobotLab. Convendría prestar atención al proyecto en cuestión por las implicaciones que se derivan.

Juke_bots es una instalación en la que dos brazos móviles ejecutan la actividad propia de un Dj. En un espacio acotado -a modo de escenario- dos robots de la conocida firma KUKA se dedican a poner discos de vinilo en los respectivos platos para manipularlos con la pericia que requiere la tarea; le dan al play del reproductor, cambian asiduamente los discos, e incluso hacen algún que otro scratch. Además de esta funcionalidad, la performance ha incorporado dos variantes para activar el trabajo de los robots: una de ellas mediante un sensor de movimiento que detecta la actividad del público asistente, y la otra a través de un interface que permite la posibilidad de introducir una moneda. De esta manera, Juke_bots se materializa como una especie de “club del futuro” donde la música ya no la selecciona un maestro de ceremonias que “educa” a su público, si no dos robots atentos a la recepción y a las demandas de los asistentes que participan en la sesión. Algo que en última instancia supone la reconsideración de las fórmulas tradicionales de consumo musical para proponer una mayor interactividad entre el artista y la audiencia.

Destacamos esto último por varias razones; especialmente por el parentesco que se podría establecer a propósito de Juke_bots con las transformaciones en la esfera del trabajo y su relación con determinados paradigmas. De hecho, una de las “señas de identidad” de determinados modelos organizativos posfordistas -el toyotismo es un ejemplo- consistirá en la reconsideración del rol y de las tareas del trabajador en el seno de la empresa. En lo que respecta al caso del sistema de optimización y rendimiento laboral de Toyota, incluso se partirá de ideas afines a la psicología aplicada, cuyas directrices apostaban por “escuchar” al trabajador y tener en cuenta sus “necesidades personales” para fomentar un mayor compromiso y eficiencia. También el énfasis en una mayor horizontalidad laboral responderá a esa necesidad de organización "avanzada"; esto significaba, básicamente, impulsar la rotación de los roles para favorecer una suerte de desjerarquización integrando a la fuerza de trabajo en áreas antaño relativamente vetadas.

En todo caso, la homología con esas innovaciones organizativas es algo que no contempla Juke_bots; sobretodo porque el proyecto asume como coartada conceptual la hipotética sustitución por robots de tareas que requieren habilidades humanas sumamente especializadas. En efecto; la propuesta de RobotLab habría que ubicarla en un escenario en el que el desarrollo de la tecnología conlleva a que ésta se haya integrado en actividades que trascienden la esfera laboral -en tanto se proponen actividades poco o nada emparentadas con las típicas rutinas asociadas a la robótica- favoreciendo una especie de “postautonomía” que se disemina por el tiempo de ocio. Así pues, en Juke_bots se vendrían a interrelacionar distintos niveles discursivos acerca de las transformaciones organizativo-productivas, el desarrollo de las nuevas tecnologías y sus posibilidades funcionales; todo ello desde la “fe” en la robótica -en la máquina- y su potencial operativo. O mejor dicho: desde la fe en la máquina y su potencial humano (3).

Sin embargo, RobotLab al incorporar ese potencial refuerza ciertas ideas en lo que respecta al desarrollo tecnológico y el rol de la máquina. Sin ir más lejos, cualquier interpretación marxista considera que la máquina no debería concebirse como un simple medio de trabajo más o menos sofisticado; es sobretodo saber y destreza objetivado -o “cosificado”- que con un movimiento tramposo se “opone” al trabajador en las condiciones de explotación capitalista; por eso mismo la máquina nunca debería entenderse como una realidad situada “fuera”, sino más bien como un dispositivo en el que “dentro” se manifiesta la subjetivización y sociabilización del hombre. Se podría decir, por tanto, que RobotLab asume de manera implícita determinados clichés que conciben la máquina y el hombre como dos realidades “antagónicas”, independientemente de su compromiso a la hora de integrar la actividad del robot más allá de su funcionalidad previsible (4). El hecho de que esa apuesta se haya erigido en "programa artístico" ya implica una tácita diferenciación hombre-máquina (o espectador-obra); es más: ese programa acaba enfatizando la ilusión de una pseudomitología que subestima en demasía aquellos que realmente realizaron el trabajo decisivo. El enésimo caso, si se quiere, de fetichismo tecnológico que deja las cosas como están: conviene pensar si esa es la alianza que se pretende con la tecnología.

  1. Para ello, véase por ejemplo, International Federation of Robotics, History of Industrial Robots. From the First Installation Untill Today, Frankfurt am Maim, IFR, 2012.
  2. En relación a experimentaciones artísticas precedentes en el ámbito de la robótica se podría citar, por ejemplo, las “esculturas” de Jean Tinguely, las performances de Sterlac, o los proyectos ya citados de Mark Pauline y SLR.
  3. Para ello véase el “manifiesto fundacional” de RobotLab en robotlab.de, en línea: http://www.robotlab.de/about_en.htm
  4. Resulta significativo al respecto los proyectos desarrollados por RobotLab; en relación a ese “potencial humano” traeremos a colación Bios (Bible), (2007); un robot industrial que transcribe con perfecta letra gótica la Biblia en alemán como si de un paciente monje se tratara
MARCH, 16 / 2018

Text author: Maria Lannin
Photography: Unspalsh
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