Uno de los lugares más bellos del mundo.
Y encontré muchos espacios inutilizables, y muchos espacios inutilizados.
Georges Perec, Especies de espacios

Many blogs ¿Uno de los lugares más bellos del mundo? Se trata de una fotografía de gran formato en la que únicamente se muestra un coche en primer plano. Es un automóvil típicamente americano, de aspecto fatigado, aparcado junto a una vivienda unifamiliar; seguramente perteneciente a alguna ciudad indeterminada de Estados Unidos. La imagen sugiere una atmósfera fría, propia del clima de la Costa Este o del Norte de Estados Unidos, donde se encuentran ciudades que no hace mucho acogieron una gran actividad industrial y fueron dinámicos centros económicos: Filadelfia, Boston, Nueva York, y obviamente, Detroit. Además de esos posibles referentes, llama la atención una frase inscrita en el lateral de la carrocería del coche: help’s to preserve one of the world’s most beautiful landscapes. Ahí acaba todo lo que se puede ver en la fotografía; ninguna presencia humana en los alrededores; simplemente un automóvil, una casa en un lugar indeterminado y un clima ingrato...

En todo caso, también está el título de la obra: Achetez de l’acier (compre acero); una frase que emplaza -suponemos que al espectador- a la compra de un material estrechamente vinculado a la industria automotriz. Parece ser, por tanto, que se juega deliberadamente con la conexión entre la orden imperativa del título y la demanda inscrita en la carrocería; por eso mismo cabe preguntarse: ¿la compra del acero tendría que ver con la "ayuda para preservar" un determinado lugar?. Comprar acero y preservar un lugar -que además se nos dice que es "el más bello del mundo"-; el discurso adquiere sentido cuando se piensa detenidamente en esos vínculos aparentemente contradictorios. Contradictorios, porque en lo que respecta al acero -un material indispensable en los procesos industriales- se tiende a asociar a algo más bien "nocivo" en términos de lo que se entiende por preservación (1).

Quien propone Achetez de l’acier (2006) es el francés Alain Bublex (1961), un artista que suele abordar dos temas recurrentes: la arquitectura y el transporte. Su aproximación al espacio arquitectónico y a los medios de transporte estaría relacionada, sobretodo, con el interés por las transformaciones tecnológicas -también productivas- y su impacto social y estético. En relación al tema de la movilidad, Bublex ha realizado numerosas obras que tienen el automóvil como principal soporte; un artefacto que a menudo es contemplado y manipulado desde estrategias inverosímiles -por ejemplo el proyecto AéroFiat- para dar cuenta de su relevancia cultural en las sociedades contemporáneas (2). Se podría decir, que Bublex sigue tomándose en serio la importancia de la industria automotriz, independientemente de las crisis recurrentes del sector y sobretodo del “descrédito ideológico” de un coche que en el contexto del arte casi siempre se asocia a un lifestyle "discutible" (3).

De todos modos, la producción del sector en términos globales se podría prestar a equívocos; en el año 2007 los mercados de Canadá, Estados Unidos, Europa Occidental y Japón no mostraron un crecimiento significativo; a diferencia de Sudamérica (especialmente Brasil), Europa Oriental (sobretodo Rusia) y Asia (Corea del Sur y la India). Por lo tanto, las medidas proteccionistas a las que alude la obra, en caso de aplicarlas tendrían que ver con unas regiones específicas (4). La fotografía de Bublex presenta un lugar -sin mencionarlo- de una de las regiones afectadas por el estancamiento de la industria automotriz; si a esto le sumamos el declive y la posterior reestructuración del sector en esas hipotéticas coordenadas -debido al impacto de la última crisis financiera- el asunto presenta mayor relevancia socieconómica (5). Así pues, se requiere ayuda -protección- y para ello se proponen medidas "conservacionistas" para la industria automotriz y sus fábricas.

Desde el punto de vista conceptual, podría decirse que Bublex utiliza la palabra "hierro" como metonimia de “coche”: convendría comprar coches .-comprar hierro- para proteger el sector y su "estilo de vida" asociado. Sin embargo, las palabras del artista van más allá de las consecuencias económicas de la reciente crisis; precisamente en relación a su obra apunta:
Existe una falsa paradoja entre la cuestión de la preservación del paisaje (que a menudo oímos con referencia al patrimonio histórico o al de la naturaleza “salvaje”) y la de la desaparición de los paisajes industriales. Pero también la idea de una solución: compren acero para que podamos tener fábricas humeantes, para tener paisajes dramáticos… (6)
He ahí la peculiar relación que Bublex establece entre el coche y la fábrica; ese “paisaje más bello del mundo” evoca el viejo establecimiento industrial y su “presencia natural”; una presencia que ha transformado nuestro paisaje habitado y ha adquirido una relevancia cultural incuestionable. Como se sabe, esos “dramáticos” espacios y su "gramática visual" han seducido y lo siguen haciendo todavía; infinidad de propuestas artísticas, cinematográficas y hasta musicales siguen recreándose en los referentes asociados a las fábricas y lo que quedan de éstas; una fijación que en muchos casos tiende a mostrar un paisaje de decadencia y de abandono casi siempre atravesado por la fascinación que ejerce un lugar cuya fisonomía continúa arraigada profundamente en nuestro imaginario. El entorno industrial, a pesar de la crisis, aún permanece ahí para seguir evocando infinidad de relatos.

En cualquier caso, habría que decir que esa querencia por la fábrica y su estética no es más que un diagnóstico parcial si se contempla la cuestión con otra mirada. Nos referimos a un asunto que cualquiera que esté atento a las recientes transformaciones económicas -y obviamente culturales- puede detectar sin demasiado esfuerzo: la reconversión de numerosos espacios fabriles en "centros creativos" -¿dinamizadores?-; un proceso que no habría pasado inadvertido a Bublex y que también ha decidido incorporarlo en su obra:

…esta solución [comprar acero] se contrapone a la que se adopta en la actualidad, cuyo objetivo consiste en transformar las antiguas fábricas en centros culturales (7).

Contextualizar como es debido esa reconversión es un tema demasiado complejo; de hecho, el asunto ha sido abordado desde distintas perspectivas y las conclusiones que se derivan tienen que ver, básicamente, con factores instrumentales (“usos” de la cultura), de visibilidad estratégica (turísticas), e incluso con la diseminación de lo artístico y/o cultural más allá de sus límites (estetización). De todos modos, se enfatice una cuestión u otra siempre prevalece determinada "tendencia" que resulta decisiva para entender una de las lógicas culturales que definen nuestra contemporaneidad: la drástica reducción de la economía de acceso a la cultura (8).

En efecto, si en el pasado el acceso a la cultura implicaba un "esfuerzo" significativo (había que desplazarse a un lugar "único" para ver u oír una obra “aurática” que incorporaba una serie de códigos y rituales que no estaban al alcance de todos), desde la segunda mitad del siglo XX se han ido salvando las limitaciones de antaño generalizándose un sinfín de técnicas, procedimientos y políticas que tienden a reducir radicalmente la distancia entre el espectador-consumidor potencial y la cultura (9). Por eso se entiende que también los “paisajes más bellos del mundo” no deban permanecer vacíos; conviene “llenarlos” con actividades o reclamos susceptibles de dinamizar la economía en un momento en el que las ciudades compiten entre sí como marcas. Y es que la ciudad, antaño comprometida con la reproducción social -esto es, la ciudad keynesiana- ya no se concibe como reserva de trabajo nacional, sino como plataforma de producción integrada en la economía global (10).

Se entrelaza así en la obra de Bublex -en el coche, el acero y la ciudad- una compleja realidad que involucra distintas líneas discursivas de vasto calado cultural y socioeconómico: desde la crisis económica y la reestructuración de viejos centros productivos, hasta fenómenos que entroncan con lógicas culturales estrechamente relacionadas con la “condición posmoderna” (11). Precisamente, en relación a esas mismas lógicas el tema se presta a curiosas "derivaciones"; sin ir más lejos, ahí está el enésimo eco de la pasión por el pasado industrial y su "dramatismo" -quizás la penúltima tendencia sea eso que recientemente se ha denominado Steampunk-; una estética que actualiza la vieja tecnología industrial decimonónica de resonancias victorianas. Básicamente, otra "reacción" más frente a las silenciosas y pulcras TIC’s que han colonizado nuestra vida cotidiana (12).

Resulta innecesario insistir hasta que punto conviene considerar la importancia del automóvil y de su entorno industrial asociado cuando se aborda la cuestión desde una perspectiva cultural. Demasiadas cosas quedan por decir, claro está; tantas, que por eso mismo se podría traer a colación a Schumpeter y su “destrucción creativa” para situarlo como colofón -de forma un tanto apócrifa- de este complejo contexto sugerido por la obra de Bublex (13). Porque una vez la fábrica se desmantela para dar paso a otros paradigmas productivos emerge con fuerza una nostalgia que parece querer conjurar esa fuerza destructora; la misma, que aliada con el progreso ha convertido tantas cosas en un realidad obsoleta. En última instancia, esa obsolescencia que tanto nos fascina tendría que ver con eso; o lo que es lo mismo: con aquello que se empeña en destruir los “paisajes más bellos del mundo”.

1. El acero está presente en herramientas, utensilios, equipos mecánicos, electrodomésticos y maquinaria, así como en las estructuras de la mayoría de edificios. Los fabricantes de medios de transporte son grandes consumidores de acero, también las actividades constructoras de índole ferroviario, la construcción de infraestructuras, y la fabricación de material rodante. Otro tanto cabe decir de la industria armamentística. Por lo tanto, sólo en términos económicos, salta a la vista que el acero está un tanto lejos de todo aquello que tenga que ver con una "extinción” que requiera medidas proteccionistas.
2. Una presentación de algunos trabajos de Alain Bublex por él mismo se puede ver en VV.AA., Auto. Sueño y materia, Gijón y Madrid, LABoral Centro de Arte y Creación-CA2M, 2009, p. 94.
3. Descrédito relativo, claro está. Nos referimos a los innumerables análisis críticos que han contemplado y contemplan el coche como la “mercancía por excelencia” del capitalismo moderno y de la sociedad de consumo. En relación al automóvil se pueden establecer críticas afines a la semiótica, el discurso de género, o la antropología cultural, por citar sólo algunos ejemplos. Un reciente análisis que reivindica un medio de transporte “alternativo” frente a la colonización del espacio público por el automóvil es el de Marc Augé, Elogio de la bicicleta, Barcelona, Gedisa, 2009.
4. Seguimos las recientes estadísticas de la Organisation Internationale des Constructeurs d’ Automobiles, (OICA), para ello véase oica.net, documento en línea: http://www.oica.net/category/production-statistics/2007-statistics/
5. En relación al caso de Estados Unidos véase Joe Kishore, “Capitalism and the Auto Crisis”, en wsws.org, documento en línea: http://www.wsws.org/en/articles/2008/12/pers-d20.html
VV.AA., Auto. Sueño y materia, Op. cit.
6. Ibíd.
7. En relación al tema de la estetización, por ejemplo, se ha hablado y se sigue hablando sin cesar en la crítica cultural de las útimas décadas; para un análisis de ello véase Yves Michaud, El arte en estado gaseoso. Ensayo sobre el triunfo de la estética, México, Fondo de Cultura Económica, 2007.
8. Como se sabe, es Walter Benjamin el autor que "profetiza” esta condición de la obra arte. Walter Benjamin (1936), La obra de arte en su época de reproductibilidad técnica, México, Ítaca, 2003.
9. Neil Smith, “El redimensionamiento de las ciudades: la globalización y el urbanismo neoliberal”, en David Harvey y Neil Smith, Capital financiero, propiedad inmobiliaria y cultura, Barcelona, MACBA, 2004, p. 60 y ss.
10. En relación a estas lógicas recordemos el famoso texto de Fredric Jameson (1984), El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Barcelona, 1991.
11. Para una breve aproximación a la estética Steampunk y sus precedentes literarios véase el postfacio de Marian Womack en Alexander Bogdánov, Estrella Roja, Madrid, Ediciones Nevsky, 2010.
13. Joseph A. Schumpeter (1942), Capitalismo, socialismo y democracia, Barcelona, Orbis, 1982

MARCH, 16 / 2018

Text author: Maria Lannin
Photography: Unspalsh
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