Pero no sólo es importante subrayar la importancia de la industria marítima y su papel estratégico para cuestionar determinados diagnósticos. En cierta manera, lo mismo ocurre si se concibe la movilidad marítima de los barcos de mercancías con las reestructuraciones organizativo-productivas de la empresa posfordista. Como señalan Sekula y Burch, en la industria del automóvil el barco de mercancías no es un mero medio de transporte que haya que disociar del proceso de fabricación de la mercancía; de hecho, la función del barco sería el equivalente a la cinta transportadora de la vieja fábrica fordista: en este caso, los elementos que integran la mercancía-automóvil se desplazan por el mundo hasta la "cadena de montaje" final (11). El barco traslada por mar elementos de un lugar a otro para ensamblar el producto final en algún sitio remoto; de esta suerte, la reorganización de la industria automotriz implica una desterritorialización en toda regla de las funciones que antaño se encontraban integradas en unidades específicas.
En un escenario en el que proliferan empresas con vínculos organizativos con unidades productivas situadas en los confines del mundo, también los gigantescos barcos de transporte se pueden concebir como parte de una “cadena de montaje móvil”. Obviamente, esta interpretación de la movilidad de los componentes de la empresa -y de su capital- presenta una clara conexión con los procesos de deslocalización que se han generalizado en las últimas décadas; sin embargo, el hecho de asociar los medios de transporte que trasladan material de una unidad productiva a otra en los mismos términos que la vieja cadena de montaje implica enfatizar una fragmentación que iría más allá del acaparamiento de mano de obra barata. Se podría decir que aunque esta lógica resulte indisociable del abaratamiento de los costes de producción, el trabajo de Sekula y Burch pretende llamar la atención acerca de la importancia estratégica de una determinada realidad material; de un mundo de “óxido y cables que crujen, del lento movimiento de las cosas pesadas” y de su papel en la reorganización del trabajo global.
La dimensión de esta realidad -de esta economía de gran escala- cuestiona muchas de las concepciones generalizadas en relación a los procesos de acumulación de capital. The Forgotten Space parece poner en tela de juicio, no sólo el olvido del espacio marítimo como territorio decisivo de la economía actual, sino también la escasa atención crítica que se presta al desarrollo reciente de la infraestructura, la tecnología, y la logística de la empresa marítima. Una empresa que no parece tener ninguna relevancia para aquellos que piensan el posfordismo y su "naturaleza" en términos de una apoteosis de lo inmaterial. Sólo teniendo presente la complejidad de esa reorganización desde su relación con el espacio se puede comprender que son muchas las cuestiones que habría que matizar cuando se describen ciertas lógicas en términos hegemónicos. De hecho, cuando la fábrica fordista estalla en "mil pedazos" no quedan únicamente sus ruinas o una miríada de unidades productivas dispersas; también una colonización del espacio que recuerda viejos relatos en los que el hombre pretendía dominar los elementos. Aunque en este caso, la epopeya es totalmente real; o mejor dicho: espacial.