Allan Sekula y Noël Burch:
The Forgotten Space
Con ello ha cambiado radicalmente para los hombres el mundo en los mares.

Carl Schmitt, Tierra y Mar
Casi siempre que se piensa en una empresa se la suele relacionar con un asentamiento particular: la tierra. Cualquier empresa concebida en términos físicos -más allá de sus virtualidades- parece que sea una entidad indisociable de su asentamiento terrestre; su presunta naturaleza pasa por una especie de condición ctónica -de arraigo-, independientemente que existan vínculos con formas de acumulación inmaterial o de territorialidades alejadas entre sí. De hecho, la complejidad de los vínculos materiales resulta una cuestión decisiva si se quiere comprender la economía actual; especialmente en un momento en el que se habrían intensificado el volumen y la velocidad de los flujos de acumulación de capital. Por lo tanto, conviene no perder de vista esa dimensión material que a menudo parece que no exista; que parece olvidarse cuando se describen determinadas transformaciones y se habla de nuevos paradigmas productivos.

Posiblemente uno de esos “territorios olvidados” en la actualidad son los mares y los océanos; un espacio cuyo dominio resultará determinante en los inicios y la consolidación del moderno sistema-mundo y la globalización actual (1). Curiosamente, cuando se habla de economía global a menudo se concibe ese dominio como algo más bien propio de épocas pretéritas; épocas en la que la transición del "domino talásico" al "dominio oceánico" daba el impulso decisivo a un capitalismo en el que hombres de fortuna y aventureros sin escrúpulos se hacían ricos comerciando con oro, especias, o esclavos (2). De hecho, en su vastedad casi inabarcable, los mares parecen pensarse únicamente como lugar de tránsito turístico, de inmigraciones forzadas, o de regulación jurisdiccional; territorio relativamente “inhóspito” en términos macroeconómicos en el que los desplazamientos y las conexiones están sujetas a temporalidades aparentemente poco rentables (3). Una visión -o un olvido- que el documental de Allan Sekula (1951-2013) y Noël Burch (1932) desmiente por completo en The Forgetten Space (2010).

El trabajo conjunto de Sekula y Burch partió de un proyecto previo del primero -Fish Story (1989-1995)- en el que se abordaba las implicaciones de la explotación del comercio marítimo en las sociedades contemporáneas (4). Desde un “Realismo Crítico” militante, The Forgotten Space retoma las premisas conceptuales de Fish Story para plantear la importancia del comercio y la movilidad marítima como componente integral en la organización de la economía global (5). Entre otras cosas, el documental de Sekula y Burch se ubica en las ciudades portuarias de Roterdam, Los Ángeles, Hong Kong y Bilbao -las tres primeras calificadas de superpuertos- para contrastarlas comparativamente con un modelo -el puerto bilbaíno- que evoca tiempos pasados en su evidente "atrofia funcional” (6). También se destaca la importancia de las recientes revoluciones en las tecnologías de navegación oceánica y logística; de entre todas ellas quizás sea el omnipresente contenedor de carga -la característica caja de metal de medida estándar transportable- el artefacto que mayor impacto ha tenido en la transformación espacial de las ciudades portuarias y las travesías oceánicas (7).


The Forgotten Space muestra colosales superbarcos, miríadas de contenedores que se desplazan de un lugar a otro y una fuerza de trabajo global sometida a condiciones laborales que en muchos casos no se diferencia de la de los lascares del siglo XVIII (8). En este contexto, y casi como una realidad paralela, también se alude al descomunal impacto -tanto territorial, como económico- de la poderosa industria turística que ha encontrado en los mares un escenario idílico para su empresa. ¿Porqué entonces Sekula y Burch hablan de “espacio olvidado”? ¿Porqué los mares y océanos, a pesar del papel que juegan como espacio de movilidad y de explotación permanecen aún como “misterio”?. Básicamente por algo previsible: cuando se habla de reorganización del trabajo y se describe un escenario post-industrial de una manera u otra se tiende hacer hincapié en un economía de sofisticados sistemas cibernéticos, TIC’s, y actividad inmaterial; la “contundencia material” de otras economías apenas presentan interés en tanto se asocian a un mundo en declive (9). En palabras de los propios autores:
El comercio marítimo es un componente integral del sistema industrial mundial, pero hay dos poderosos mitos que nos distraen de las plenas implicaciones de este hecho. El primero es que el mar no es más que un espacio mercantil residual: una reserva de anacronismos culturales y económicos, reliquias de una economía vieja y obsoleta; un mundo de decrepitud, óxido y cables que crujen, del lento movimiento de cosas pesadas. El segundo es que vivimos en una sociedad posindustrial, que los sistemas cibernéticos y la economía de servicios han marginado radicalmente a la “vieja economía” de fabricación de pesados materiales y de procesamiento (10).

Pero no sólo es importante subrayar la importancia de la industria marítima y su papel estratégico para cuestionar determinados diagnósticos. En cierta manera, lo mismo ocurre si se concibe la movilidad marítima de los barcos de mercancías con las reestructuraciones organizativo-productivas de la empresa posfordista. Como señalan Sekula y Burch, en la industria del automóvil el barco de mercancías no es un mero medio de transporte que haya que disociar del proceso de fabricación de la mercancía; de hecho, la función del barco sería el equivalente a la cinta transportadora de la vieja fábrica fordista: en este caso, los elementos que integran la mercancía-automóvil se desplazan por el mundo hasta la "cadena de montaje" final (11). El barco traslada por mar elementos de un lugar a otro para ensamblar el producto final en algún sitio remoto; de esta suerte, la reorganización de la industria automotriz implica una desterritorialización en toda regla de las funciones que antaño se encontraban integradas en unidades específicas.

En un escenario en el que proliferan empresas con vínculos organizativos con unidades productivas situadas en los confines del mundo, también los gigantescos barcos de transporte se pueden concebir como parte de una “cadena de montaje móvil”. Obviamente, esta interpretación de la movilidad de los componentes de la empresa -y de su capital- presenta una clara conexión con los procesos de deslocalización que se han generalizado en las últimas décadas; sin embargo, el hecho de asociar los medios de transporte que trasladan material de una unidad productiva a otra en los mismos términos que la vieja cadena de montaje implica enfatizar una fragmentación que iría más allá del acaparamiento de mano de obra barata. Se podría decir que aunque esta lógica resulte indisociable del abaratamiento de los costes de producción, el trabajo de Sekula y Burch pretende llamar la atención acerca de la importancia estratégica de una determinada realidad material; de un mundo de “óxido y cables que crujen, del lento movimiento de las cosas pesadas” y de su papel en la reorganización del trabajo global.

La dimensión de esta realidad -de esta economía de gran escala- cuestiona muchas de las concepciones generalizadas en relación a los procesos de acumulación de capital. The Forgotten Space parece poner en tela de juicio, no sólo el olvido del espacio marítimo como territorio decisivo de la economía actual, sino también la escasa atención crítica que se presta al desarrollo reciente de la infraestructura, la tecnología, y la logística de la empresa marítima. Una empresa que no parece tener ninguna relevancia para aquellos que piensan el posfordismo y su "naturaleza" en términos de una apoteosis de lo inmaterial. Sólo teniendo presente la complejidad de esa reorganización desde su relación con el espacio se puede comprender que son muchas las cuestiones que habría que matizar cuando se describen ciertas lógicas en términos hegemónicos. De hecho, cuando la fábrica fordista estalla en "mil pedazos" no quedan únicamente sus ruinas o una miríada de unidades productivas dispersas; también una colonización del espacio que recuerda viejos relatos en los que el hombre pretendía dominar los elementos. Aunque en este caso, la epopeya es totalmente real; o mejor dicho: espacial.

  1. Resulta inabarcable la literatura que aborda el papel decisivo de la circunnavegación terrestre y del comercio marítimo en el desarrollo del capitalismo. Citaremos, simplemente, una referencia “clásica” que considera crucial el comercio de esclavos en ese proceso de consolidación: Eric Williams, Capitalismo y esclavitud, Madrid, Traficantes de sueños, 2011.
  2. La oposición espacio talásico -mar- y espacio oceánico alude, evidentemente, al seminal ensayo de Carl Schmitt Tierra y Mar; un peculiarísimo texto en el que el jurista de Plettenberg propone una historia universal a partir del dominio del hombre del espacio. Para ello, véase Carl Schmitt (1942), Tierra y Mar. Una reflexión sobre la historia universal, Madrid, Trotta, 2008.
  3. Un proyecto que ha abordado la compleja dimensión territorial del mar ha sido Solid Sea del colectivo Multiplicity; en este caso, se aborda desde un enfoque deliberadamente interdisciplinar la cuestión de la movilidad y sus implicaciones económicas, culturales y políticas. Para ello véase el sitio web http://www.multiplicity.it/home.swf
  4. Allan Sekula y Benjamin H. D. Buchloh, Fish Story, Dusseldorf, Richter Verlag, 1995.
  5. Una conexión explícita del programa estético y conceptual de Allan Sekula es la obra de Lúckacs, especialmente en relación al posicionamiento de éste a favor del realismo. Para ello véase, por ejemplo, Georg Lúckacs Materiales sobre el realismo, Barcelona, Grijalbo, 1977, p. 7 y ss.
  6. Allan Sekula y Noël Burch, “The Forgotten Space (El espacio olvidado). Comentarios a una película”, en New Left Review, nº 69, Madrid, Akal, 2011, p. 71.
  7. Íbid., p. 72.
  8. Una breve acotación histórica sobre el origen de la palabra “lascar”. Los portugueses acuñaron el término a lascarim, -militar o marinero asiático, especialmente provenientes de la India- para referirse a los trabajadores que sirvieron en buques británicos con contratos "lascar". Estos contratos permitieron a los propietarios de buques más control sobre la fuerza de trabajo; de hecho, los marineros podrían ser transferidos de un barco a otro y retenidos en servicio. El nombre lascar fue también usado para referirse a los servidores hindúes, típicamente ocupados por oficiales militares británicos. Para ello véase Romesh C. Butalia, The Evolution of Artillery in India. From the Battle of Plassey (1757) to the Revolt of 1857, Nueva Delhi, Allied Publishers, 1998, p. 239.
  9. Franco Berardi, La fábrica de la infelicidad. Nuevas formas de trabajo y movimiento global, Madrid, Traficantes de sueños, 2003.
  10. Allan Sekula y Noël Burch, Op. cit., p. 71.
  11. Íbid.
MARCH, 16 / 2018

Text author: Maria Lannin
Photography: Unspalsh
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